Hijo de una familia acomodada de tradición monárquica, su padre, ingeniero, desea que haga su misma carrera. No será un técnico, ni tampoco abogado, ya que abandonará los estudios de Derecho a poco de iniciarlos. En cambio, su decidida vocación por el arte comienza a encaminarla en la academia del pintor Cecilio Pla, donde trabaja durante tres años.
Colabora, desde su inicio, en la revista Occidente, que funda Ortega y Gasset. En 1925 participa en Madrid en el revolucionario Salón de los Ibéricos, donde están algunos gallegos notables, como Arturo Souto y José Frau. Poco después viaja a París, su gran ilusión, donde se adscribe a las tendencias cubistas, y en concreto a los modos puros de Juan Gris, a quien conoce, como a Picasso, Derain y Matisse. La amistad con este genial artista francés durará muchos años.
Comienza a definir su obra, entre cubista, neofigurativa y por completo informalista, y celebra numerosas exposiciones. La guerra mundial la pasa con Matisse en San Juan de Luz, y en cuanto puede regresa a París, de cuya Escuela Española es figura destacada.
En 1966 el intelectual André Malraux, a la sazón ministro de cultura, le nombra oficial de las Artes y las Letras de Francia.
Trabaja para las más famosas galerías, sin necesidad de ruido, porque un público fiel, de ámbito internacional, se interesa por su obra, de gran armonía, dicha en suaves curvas, muy lírica. Lleva su pintura a Londres, Chicago, Nueva York, Bruselas, Copenhague, Suiza, Oslo, Helsinki, Estocolmo, Milán. En noviembre de 1971, poco antes de su muerte, realiza una gran muestra en Madrid, en la Galería Theo, avanzada en esta parcela de los grandes nombres españoles en el extranjero.
Está representado en los museos de Arte Moderno y de la Villa, en París; en los también franceses de Lille, Burdeos, Grenoble, Nantes y Sete; en los de Suecia, Copenhague, Amsterdam, Edimburgo, Praga, Luxemburgo, Nueva York y Connecticut, en Estados Unidos. También en el de Arte Contemporáneo, en Madrid.
(Fuente: Fundación Obra Social Abanca)
Eusebio Sempere (Onil, Alicante, 3 de abril de 1923 - 1985). Escultor, pintor y artista gráfico. Comenzó su formación artística en la Escuela de Bellas Artes de Valencia en 1940, donde conoció a Carmelo Pastor, Manuel Benet, García Borillo, Manuel Gil y Néstor Casani y tuvo como profesores a Rafael Sanchis Yago, Salvador Tuset y Felipe María Garin Ortiz de Taranco. Se trasladó posteriormente a París para continuar sus estudios. Es en esta ciudad donde empieza a relacionarse con las obras y artistas más vanguardistas e internacionales como Chillida, Palazuelo Jean Arp, Kandinsky, Mondrian, Klee, Matisse y Picasso que influirán decisivamente en su obra.
En 1960, regresa a España y se instala en Madrid, donde se relaciona con un escogido grupo de informalistas, el "Grupo de Cuenca" y con el grupo de realistas madrileños. También forma parte del "Grupo Parpalló" en Valencia.
José Caballero fue uno de los principales miembros de la vanguardia histórica española, vinculada a la Generación del 27. Natural de Huelva, se incorpora en Madrid a los movimientos, impulsados por la Residencia de Estudiantes. Mantuvo amistad con García Lorca, Dalí, Buñuel, Picasso, Neruda y otros nombres de una época dorada de la cultura española. Calurosamente elogiado por los mejores poetas de la Generación del 27, empezando por el propio Federico García Lorca, que le incluyó en la animosa troupe de La Barraca y escribió sobre él en 1935 cálidas palabras anunciándole un venturoso porvenir, dadas, decía, "sus magníficas dotes plásticas" y su "profunda imaginación poética", y terminando por Rafael Alberti, cuya amistad prolongó hasta ahora mismo, la llegada a Madrid a comienzo de la década de los treinta desde su Huelva natal y con apenas 15 años, de José Caballero, fue como la entrada con pie derecho de un seguro triunfador.Tenía para ello todas las condiciones y talentos: increíblemente joven, atrayente, sensible, con cierto aire tímido de desamparo, pero, sobre todo, una excelente mano de dibujante, unido a eso que impactó tanto en Lorca y que era el don más preciado en el momento en que estaba triunfando la segunda gran oleada surrealista, también protagonizada por españoles: imaginación.
No es, pues, extraño que durante esos momentos políticamente convulsos e inquietantes de la II República española, pero también quizá los más felices de la creación cultural en nuestro país durante el presente siglo, José Caballero, que cambió enseguida sus estudios universitarios de ingeniería industrial por los de la pintura, se convirtiese en una de las figuras más prometedoras de la vanguardia local de nuestro país, suscitando elogios de los mejores escritores y críticos, entre los que hay que destacar, además de los antes citados, a Pablo Neruda, José Bergamín, Manuel Abril y el mismo Eugenio d'Ors.
Al revisar la iconografía de esta época agitada, casi febril, es raro no hallar la imagen de Caballero en casi todas las divertidas instantáneas del grupo que dan fe de las acciones y diversiones de los vanguardistas españoles de aquel momento, principalmente en lo que se refiere a los grupos de la Residencia de Estudiantes y al formado por los discípulos de Vázquez Díaz.
Fueron, en efecto, años fecundos y felices, que, no obstante, tuvieron el más trágico final: la guerra civil. Algunos de sus compañeros, amigos y maestros no lograron sobrevivir, como el propio García Lorca, asesinado en Granada, pero tampoco el surrealista y falangista Ponce de León, que corrió la misma suerte pero en sentido contrarío. José Caballero vivió este terrible trauma sin salir de España, ocultándose, primero, y, después en la inmediata posguerra, tratando de hacerse perdonar con sus colaboraciones ilustradas en la revista falangista de vanguardia Vértice o en el Libro de las Laureadas.
Esta acumulación de miedos y sinsabores no consiguieron, sin embargo, desalentar a José Caballero y, en estos momentos difíciles, trató asimismo de sobrevivir haciendo decorados folclóricos, algo que, dado su talento para la escenografía teatral, le salía casi sin pensar. Ya en la década de los cincuenta, cuando las iras vengativas parecieron apaciguarse, José Caballero se reincorporó con ímpetu a las huestes de la vanguardia renaciente, donde enseguida se le trató como a un maestro. Su nombre no faltó en las más honrosas convocatorias del momento, como las Bienales Hispanoamericanas o la Bienal de Venecia.
Impresor preeminente de finales del siglo XX, se hizo famoso trabajando con Picasso.
Aldo Crommelynck, el grabador más famoso de la segunda mitad del siglo XX, debió su gran avance al mecenazgo de Pablo Picasso. Crommelynck, que murió en su casa de París, de 76 años, y sus hermanos menores, Piero y Milán, dirigieron un exitoso estudio de grabado en huecograbado en París, frecuentado por artistas de la talla de Georges Braque, Alberto Giacometti, Jean Arp, Joan Miró y Le Corbusier.
Pablo Ruiz Picasso (n. Málaga, España; 25 de octubre de 1881 - f. Mougins, Francia; 8 de abril de 1973), conocido como Pablo Picasso, fue un pintor y escultor español, creador, junto con Georges Braque y Juan Gris, del movimiento cubista.
Considerado uno de los mayores artistas del siglo XX, participó desde la génesis en muchos movimientos artísticos que se propagaron por el mundo y ejercieron una gran influencia en otros grandes artistas de su tiempo. Incansable y prolífico, pintó más de dos mil obras actualmente presentes en museos y colecciones de toda Europa y del mundo. Además, abordó otros géneros como el dibujo, el grabado, la ilustración de libros, la escultura, la cerámica y el diseño de escenografía y vestuario para montajes teatrales.
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