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MADRAZO Y AGUDO, José de

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Fundador de una estirpe de artistas que protagonizaron brillantemente todo el siglo XIX español, el pintor montañés José de Madrazo y Agudo es uno de los grandes nombres del Neoclasicismo en España. Su obra artística, indisolublemente unida al preeminente protagonismo que adquirió su personalidad en la sociedad español, así como a su gran influencia en la formación de muchas generaciones de pintores en la Academia de San Fernando, le convierten en una referencia ineludible de este periodo.
Formado en primer lugar con Gregorio Ferro (1742-1812) en Madrid, Madrazo fue agraciado en 1801 con una pensión de Carlos IV para acudir a París por mediación de su paisano, el político Pedro Cevallos. Allí continuaría sus estudios con Jacques Louis David (1748-1825), que le trasmitió su aprecio por el mundo clásico. Junto a este artista permaneció hasta 1803, fecha en la que realizó una de sus pinturas más davidianas, "Jesús en casa de Anás" (P3912), tan apreciada en la Corte de Madrid que le granjeó una prórroga de su pensión, que disfrutó en Roma, donde entró en contacto con Ingres (1780-1867). Un año después de su llegada a la Ciudad Eterna pintó "La muerte de Lucrecia", obra también de filiación neoclásica. Allí Madrazo ideó un ambicioso proyecto artístico que consistía en un ciclo de grandes pinturas de la historia antigua, del que sólo llegó a pintar "La muerte de Viriato, jefe de los lusitanos" (P04469), ejemplo de su valoración de los modelos griegos de la Antigüedad, seguramente la obra más conocida de todo el Neoclasicismo español y que pronto se convertiría en uno de los grandes iconos de patriotismo y libertad, favorecido por su exposición permanente en las salas del Prado desde su fundación.

En 1808 Madrazo fue encarcelado por su fidelidad a Carlos IV frente a Bonaparte y, para sostenerse sin la pensión que había disfrutado, se ocupó por entonces de realizar algunos retratos a la aristocracia española e internacional que residía en Roma, aprovechando sus conocimientos de la plástica de Ingres, entre los cuales destaca el de la "Princesa Carini" (Comunidad de Madrid). Todavía en Italia, en 1813, recibió el nombramiento de académico de San Lucas, y realizó por entonces "El amor divino y el amor profano" (P06951), donde suavizó su lenguaje neoclásico hacia fórmulas académicamente más tradicionales.

En 1818, una vez fallecidos en su exilio Carlos IV y su esposa María Luisa, Madrazo regresó a Madrid como pintor de cámara y académico de San Fernando. A partir de entonces desarrolló una carrera artística vinculada casi en exclusiva al retrato, aunque realizó algunas obras aisladas relacionadas con su primera vocación de pintor de historia, entre las que destaca "El asalto de Montefrío por el Gran Capitán" (Segovia, Alcázar), de 1836. Entre sus retratos más sobresalientes tras su llegada a España se encuentran, por su significado e iconografía, "Fernando VII a caballo" (P3295), de 1821, y "Manuel García de la Prada" (Madrid, Academia de San Fernando) de 1827, ya de clara inspiración romántica.

Desde su llegada a España comenzó a adquirir una gran relevancia social debido a sus relaciones con el mercado de arte antiguo en nuestro país y en Francia. Además, desarrolló otras iniciativas empresariales vinculadas al mundo del arte, como la puesta en marcha del Real Establecimiento Litográfico. En la Real Academia, de la que fue profesor de Pintura y director adjunto, llevó a cabo un ambicioso proyecto de renovación docente que tardaría sin embargo algunas décadas en lograr llevar a cabo, debido a la oposición de los sectores más conservadores de la institución. Como colofón a su carrera institucional, Madrazo fue nombrado primer pintor de cámara tras el fallecimiento de Vicente López en 1850. En ese mismo año ocupó además el cargo de director del Museo del Prado, puesto del que dimitió poco antes de su muerte (G. Navarro, C. en: El siglo XIX en el Prado, Museo Nacional del Prado, 2007, pp. 477-478).

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