Grabador, pintor y dibujante italiano. Fue hijo del orfebre Gaetano Bartolozzi, con el que se formó antes de ingresar en la Academia de Bellas Artes de Florencia. Allí aprendería los rudimentos de su oficio, mostrando especial interés por la miniatura, el pastel y la acuarela y especializándose poco después en la técnica del grabado. Entre 1745 y 1751 trabajó en el taller de Joseph Wagner, célebre grabador y editor veneciano especializado en temas de historia. Durante estos años grabó la obra de artistas venecianos contemporáneos, como Jacopo Amigoni o Pietro Longhi, y de algunos clásicos de la escuela, como Veronés. Se especializó en seguida en la técnica del grabado a modo de lápiz, que le permitía reproducir las sutiles gradaciones de los dibujos al carboncillo del renacimiento y el barroco, aunque también fue un maestro en el procedimiento del puntillado. Con esta técnica llevaría a cabo uno de sus proyectos más ambiciosos: convertir en estampas los dibujos de Guercino que se encontraban en las colecciones venecianas. Gracias al éxito que le reportó este encargo, por mediación de Richard Dalton, bibliotecario del rey Jorge III, fue invitado a Inglaterra para grabar los dibujos de Guercino en la Royal Collection. Nada más llegar al país, en 1764, fue nombrado grabador del rey y cuatro años después se convertía en uno de los fundadores de la Royal Academy, siendo, además, responsable de grabar el diseño que Giovanni Battista Cipriani realizó para el diploma de dicha institución. En 1802 se estableció en Lisboa, donde fue nombrado director de la Academia de Bellas Artes y donde trabajó hasta su muerte. Entre sus proyectos más importantes cabe destacar la serie que realizó sobre la obra Silencio, de Annibale Carracci, las ilustraciones para Las ruinas del palacio del emperador Diocleciano en Espalato (1764, Londres), de Robert Adam, y las que llevó a cabo para Orlando furioso. Asimismo, trasladaría al grabado la obra de creadores contemporáneos, como Angelica Kauffmann, John Singleton Copley o Thomas Gainsborough, contribuyendo de manera decisiva a la divulgación de su obra.
FUENTE: Museo del Prado
Giovanni Battista Piranesi (Mogliano Veneto, cerca de Treviso, 4 de octubre de 1720 – Roma, 9 de noviembre de 1778) fue un arqueólogo, arquitecto, investigador y grabador italiano. Realizó más de 2.000 grabados de edificios reales e imaginarios, estatuas y relieves de la época romana así como diseños originales para chimeneas y muebles.
Inició su formación en Venecia con su tío Matteo Lucchesi, arquitecto e ingeniero hidráulico, la prosiguió con el arquitecto palladiano y restaurador Giovanni Antonio Scalfurotto y aprendió perspectiva con el grabador Carlo Zucchi. La ciudad de Venecia y su teatral arquitectura incentivaron las facultades imaginativas que más tarde desarrollaría en sus vistas topográficas y arquitecturas imaginarias o capriccio posteriores. En 1740 se trasladó a Roma como delineante del embajador veneciano Marco Foscarini. Dada la escasez de encargos arquitectónicos, aprendió las técnicas del grabado con Giuseppe Vasi, para dedicarse a la producción de series de vistas de la ciudad destinadas a guías ilustradas, al tiempo que concebía gran variedad de arquitecturas fantásticas y composiciones visionarias innovadoras. En 1743, motivado por los descubrimientos de Herculano, viajó a Nápoles. Tras un año de estancia en Venecia, en 1745 regresó a Roma, como agente del comerciante de grabados Joseph Wagner, para establecerse de forma permanente. Comenzó a interesarse sobremanera por la arqueología y a grabar los restos de la Antigua Roma, destacando entre sus numerosos trabajos Vedute di Roma, la serie magna de aguafuertes que afianzó su fama. Al mismo tiempo llevó a cabo una renovación de los sistemas de investigación y conocimiento de esta ciencia. Sus reconstrucciones clásicas, lejos de ser fieles, denotan un gusto por la escala heroica y monumental de la arquitectura antigua, así como un dominio de la geometría y la perspectiva, y un amplio conocimiento de la ingeniería romana. Entre sus textos eruditos ilustrados que exaltan la originalidad del arte romano destaca Antichità Romane, publicada en 1756, con gran reconocimiento internacional. Un año más tarde fue nombrado miembro honorario de la Society of Antiquaries de Londres y, en 1761, miembro de la Academia de San Lucas. Este mismo año presentó la segunda edición de la famosa serie de imágenes de prisiones y calabozos imaginarios, Carceri d´Invenzione. En su madurez gozó del apoyo de mecenas foráneos y la máxima reputación como creador del género del capriccio y de series de vedute. De estas últimas el Museo del Prado posee cerca de una veintena de estampas desde 2003 tras el ingreso de la Biblioteca Cervelló. Su obra manifiesta el conocimiento de los efectos lumínicos de Tiepolo, el influjo de dos predecesores en estos géneros, Marco Ricci y Giovanni Paolo Pannini, así como del napolitano Salvatore Rosa. También responde a ejemplos de arquitecturas fantásticas de artistas como Juvarra, Vanvitelli o los Bibiena. Sus novedosos conceptos ejercieron una fuerte y duradera influencia tanto en el Neoclasicimo como en el Romanticismo y sus visiones sirvieron de estímulo a artistas británicos como Robert Adam y John Soane o visionarios franceses como Boulée y Ledoux.
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